En septiembre de 1996 el colegiado Mejuto González y su asistente Rafael Guerrero protagonizaron, con La Romareda como escenario, uno de los diálogos más recordados de la historia del fútbol español. Doce años después, con Rafa ya retirado de los campos y en una ciudad distinta, Mejuto volvió a señalar penalty a instancias de uno de sus asistentes. Pero esta vez acertó.
Corría el minuto 43 del encuentro que enfrentaba a Depor y Athletic cuando Bodipo cayó en el área, arrollado efusivamente por Amorebieta. Mejuto, quien minutos antes había pitado una pena máxima inexistente en el área deportivista, ignoró la caida del ariete a pesar de encontrarse bastante cerca de la jugada. Por fortuna, su asistente le hizo corregir la decisión. Desde la otra banda donde se desarrollaba la acción, lo había visto claro. Esta vez las nuevas tecnologías, ejemplificadas en forma de pinganillo, nos privaron de un nuevo diálogo entre Mejuto y su asistente. Por lo que se ha podido ver en televisión, el asturiano parecía no mostrar demasiada confianza en el engominado linier. A pesar de que finalmente acertó al decretar penalty en esta jugada, el árbitro internacional no tuvo una buena actuación en Riazor. Mal en las áreas y en el apartado disciplinario.
Tampoco estuvo acertado Ramírez Domínguez en Los Pajaritos, se comió un penalty a Brit en el área rojiblanco y compensó su error al señalar uno menos claro en los últimos minutos del partido. La ley de la compensación, a la que tanto recurren los colegiados españoles, otorgó un merecido premio a un Numancia que se ganó empatar. Sin embargo, es uno de los mayores problemas de los hombres de negro, muy dados a remediar errores con una equivocación mayor.
A pesar del mal arbitaje de Mejuto, de los fallos en las áreas Ramírez Domínguez y de los errores de apreciación de Muñiz Fernández en el Bernabéu, jugadas difíciles las de la mano de Pepe y la del balón de Higuaín que no salió completamente, los colegiados llevaron a cabo excelentes abitrajes esta jornada. Son dignas de destacar las buenas actuaciones de Megía Dávila en Pamplona o la de Teixeira Vitienes el sábado en el Sánchez Pizjuán. El gallego controló el partido a la perfección mostrando un gran rigor a la hora de sacar las tarjetas consiguiendo que el encuentro no se le fuera de las manos. Debería aprender de él su hermano, el otro Teixeira, árbitro de la Liga Adelante que no dio muestra alguna de ser un candidato para subir de categoría durante el Zaragoza-Eibar del sábado.
Tras un mal comienzo de temporada, en el que los hombres de negro se encontraban en el centro de las críticas, la situación ha cambiado. Ya no se erigen como protagonistas, salvo excepciones como aquella de 1996.